Cerrando ciclos
- Sofia Florez
- 11 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Hace un año mientras iba el bus de regreso hacia mi casa (en Manizales), escribía estas palabras después de estar un año y medio en una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida: residir en Cali y recibir una visión más amplia de la voluntad de Dios para mí:

"Aquí nos encontramos en el 'shock' de irnos, no alcanzas a dimensionar cuánto vas a extrañar lo que ya se ha adaptado a tu vida. Los pasos regresan a casa y no vuelve la misma: dejas atrás personas, emociones, procesos y muchas aventuras. Es bueno volver, aquí vamos fuera del 'cascarón', procesando el hecho de salir... ¿Difícil? te aseguro que sí lo es, pero creo que Dios te prepara y te llena de amor para comenzar algo nuevo. Todo lo que comienza termina, pero cada vez que se inicia algo nuevo la belleza del florecer es más y más intensa.
Ahora veo que: ¡Soy rica!, soy muy rica y tenía pobreza mental antes de llegar a este lugar porque no me había dado cuenta de lo que tenía. Pensaba que no tenía nada importante para dar pero ahora soy doblemente rica porque soy consciente de todo lo maravilloso que tengo en casa, de las mentes prodigios que tengo a mi alrededor y que no había visto por estar concentrada en mi ego y en lo que quería. Ahora he descubierto miles de tesoros, miles de beneficios del lugar en el que Dios me ha puesto; hoy no le tengo miedo a la monotonía, la monotonía solo existe cuando yo misma la creo.
Ahora soy consciente de la dotación de creatividad que Dios me dio; hoy veo belleza en donde otros vieron ruinas, hoy veo potencial en piezas distribuidas desordenadamente. Existe potencial porque lo único que necesitan mis ruinas es la mano de Dios dándole orden, así que ¡vamos por más!
Sigo siendo aún más rica porque me llevo amistades, conexiones, crecimiento, momentos que están atesorados en mi corazón, aprendizajes sin fin; una relación restaurada con mi Jesús.
No hay nada ni nadie que me pueda quitar estos tesoros porque no son pasajeros ni efímeros, nadie los puede tocar porque vienen del cielo, son eternos, y son más reales que algo que pueda ver y tocar. Si llegue aquí pensando que no tenía nada, ahora veo lo que traía y como Dios lo potencializó y ahora me envía con los brazos cargados y sobrecargados de sus abundantes riquezas.
Jesús mi mayor y mi mejor riqueza, me ayudó a verme con sus ojos, ayudó a ver las cosas desde su perspectiva.
Voy con las manos llenas de regalo para dar a otros, para verter de lo que él me ha dado y compartirlo, no tengo miedo pues voy con él, soy vaciada y llena una y otra vez porque depender de él es la esencia de la vida.
No es un adiós es un hasta pronto porque sé que este lugar marcó mi vida y mi camino para escuchar la voz de Dios y lanzarme a hacer parte de su maravilloso plan.
Las cosas a su manera es lo mejor que le puede pasar a mi vida, ahora los proyectos del cielo están 'tatuados' en mí y son imborrables. Que lindos son los planes de Dios y cómo él se puede glorificar por medio del éxito y la bondad que recibimos de su mano, y que se expresa de formas tan diversas. Amo la vida con Él, amo seguirlo y ver cómo otros crecen hombro con hombro conmigo.
-De repente mientras escribía esto- en el camino sale un hermoso arcoíris que me recuerdan los colores de su amor en medio de la peor tormenta, y sus promesas que marcan el camino.
Me llevó a entender que las promesas de Dios se mantienen en su esencia pero cambian en su forma, la tierra prometida cambia de formas pero al final sigue siendo el propósito y Dios mismo tu vehículo, para llevarte a entender la belleza en el lugar de su voluntad.”

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