El deleite de las naciones
- Sofia Florez
- 14 may 2021
- 3 Min. de lectura

4 de abril/ a las afueras de Bogotá 5:15 am nos encontrábamos en un cuarto de oración, un lugar para cantar, danzar, orar y pintar libremente lo que Dios nos inspiraba a hacer mientras la música y el canto fluía, estaba completamente feliz y me sentía plena en este lugar con personas que apenas conocía pero que las sentía tan cercanas como si fuéramos familia, porque compartíamos la misma pasión y el mismo amor mientras ellos adoraban y yo hacía parte de éste bonito movimiento del Espiritusanto sólo sentía escribir las siguientes palabras impactada e inspirada por la unidad que se percibía en el ambiente:
“La tierra canta, los corazones de las personas se estremecen, una persona clama y la otra le sigue y es como si lo uno llevara a lo otro, y se convirtiera en las olas del mar, veo al otro adorando con tanta pasión y mientras sus manos y pies se mueven conmovido por el poder de tu presencia mis labios se comienzan a desatar para adorar.
Eres el deleite de las naciones porque cada vez que sus ojos se posan en ti ellos se derriten lentamente, llegas como fuego pero también abrazas como el viento, eres tan impetuoso pero al mismo tiempo tan cálido, cuando paramos, te vemos y encontramos la plenitud que por tanto tiempo habíamos buscado, es como si siempre hubiéramos escuchado de ti pero hasta ahora en medio de cada melodía tu nombre retumba como un fuerte temblor, hallamos en el nombre de Jesús todo lo que necesitamos, sus ojos de fuego, es fuego purificador, que nos impulsa a cantar hasta que ya no podamos más.
Eres tal deleite que siempre tienes a alguien delante de ti, y mientras uno te adora y el otro está quieto, tú lo unes con una cinta para convertirlo en uno contigo, somos uno y cuando uno cae el otro se levanta, nos deleitamos en ti porque comprendimos que no hay lugar a donde ir lejos de ti.
Eres el deleite de la tierra y mientras nos deleitamos, el amor llega para transformar radical y genuinamente los corazones provocado por el ADN al cual fuimos llamados y al cual pertenecemos.
No hay otro nombre , sólo el de Jesús, refugio y lugar seguro para el que se siente vacío, para el que siente un sin sabor en ésta vida, ese es el que sacia mi necesidad, y adorarlo es mi deleite porque provoca la sonrisa que hace brillar mi alma, es tan hermoso su nombre que ninguno puede resistirse a no adorar y a proclamar su nombre, su nombre es tan hermoso porque cada vez que lo nombramos es como si nuestros labios se convirtieran en gotas de miel mientras lo declaramos cada gota cae a la tierra para transformar lo que estaba muerto y ser vivo a una vida plena con el ADN del cielo, adoramos en el cielo como en la tierra a aquel que vive para siempre y se encuentra con nosotros para siempre. Amen”
Vuelvo a leer esto y lo rectifico, si Jesús, el deleite de las naciones se convirtiera en el objeto completo de nuestro amor adoraríamos incansablemente y podríamos ver cuanta transformación puede traer sobre las naciones, nos deleitamos en el por qué logramos reconocer que en este caos de mundo no tenemos control alguno, creemos ser el centro pero no sabemos ni cómo hacer que el viento deje de soplar o que el día deje de ser , olvidamos el propósito y es allí donde nos desesperamos, pero cuando El, el único refugio seguro se convierte en nuestro deleite aprendemos a descansar en medio de la tempestad. En los últimos días he podido confirmar el poder de la adoración, una canción, unas melodías y una simple letra puede transformar poderosamente el ambiente de un lugar y la actitud de las personas sea para bien o para mal. Mi invitación hoy es simple, si tan sólo probaras a Jesús sabrías que es un deleite diferente, que todo es diferente de su mano, que sus armas son diferentes, no actuamos por nuestras fuerzas o que tanto podemos avanzar por nuestra propia inteligencia, sino que cuando lo encontramos a él como el mejor líder encontramos que sus soluciones son soluciones reales a nuestras necesidades, que sus armas no son convencionales, pero son más poderosas que la unidad de millones de personas.
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