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¡No eres invisible!


¡Hey! Sé que muchas veces nos sentimos invisibles, imperceptibles para las demás personas, que hay situaciones tan personales que solo Dios y tú saben las razones y ni fuerzas tienes para compartirlas con alguien. Que pareciera que solo a ti te pasan las peores situaciones y que ya andas en una racha de un montón de días malo, que acumulas y acumulas en tu corazón y realmente piensas que tienen poca relevancia para las personas a tu alrededor y aún más para Dios, porque ya habría hecho o actuado de alguna manera a tu favor, pero hoy solo quiero venir a recordarte que, aunque suene loco y aún difícil de creer ¡No eres invisible! Ni tú, ni las situaciones que te rodean.


No eres invisible cuando sientes que las personas ni notan tu presencia, que pasas desapercibido, y que si tan solo dejaras de existir a nadie le importaría; solo luchas con cuerdas largas de pensamientos que se van enredando uno a uno en tu cuello, sutil, pero aprietan fuertemente. Mientras más los dejas entrar, con conchudeza, te dicen que no importas, que tu vida carece de valor, y que si dejaras y deshicieras los pasos que has dejado en los lugares que has pisado, nada pasaría. Y ¡no! Es una mentira que te quiere abrazar sutil, pero seguramente hasta la muerte, muerte en cualquier dimensión que la imagines. Invisible, imperceptible, incomprendido, intencionalmente ignorado...



Si estás aquí es porque alguien te puso aquí, no eres simplemente un accidente de la existencia o de lo que sea que haya alrededor del ser humano, no naciste para estar sumido en el despropósito de caminar las calles y ver como se desdibujan tus pisadas. ¿Sabes para qué naciste? Naciste para dejar huella en los lugares que recurres, naciste para que la gente te conozca y te recuerde por tu color favorito, por la risa contagiosa que tienes, por los chistes malos que haces, por las cartas que le escribes, al universo, a la existencia, a la naturaleza o a Dios; naciste para marcar con tus palabras o tus canciones aún no terminadas, tus pinturas en mente y los libros magníficos que aún no has producido.


Naciste porque alguien te pensó, porque alguien te ve, porque no eras invisible, cuando pasabas por ese lugar, cuando te sentabas en las bancas solas del parquecito a pensar de la vida, cuando leías ese libro que tanto te emocionaba, cuando llorabas y tus lágrimas eran absorbidas por la almohada, cuando susurrabas como si alguien te escuchara. Si había alguien que te veía, había alguien que te escuchaba, había alguien que te abrazaba entre silencios y palabras que recorrían por el viento hasta llegar a ti, con pequeñas señales como un hermoso atardecer, o una flor apenas brotando, o las abejas llegando a polinizar.


Sus respuestas se veían como un amigo que te abrazaba o un post de Instagram o un estado que casualmente y por curiosidad viste. Él te vio, él te soñó, y lo hizo

desde mucho antes que tú supieras o percibieras su existencia, lo hizo mientras crecías, mientras estabas enfermo en la cama, lo hizo mientras entretejías en silencio nuevos pensamientos, cuando estudiabas día y noche, cuando querías hablar con alguien, pero no tenías la valentía de emitir palabra.


No eres invisible, no eres menos importante o más importante que a alguien, eres tú y solo por eso eres visible, eres valioso, aunque hables a gritos y tengas un talento extrovertido, extravagante o simplemente seas tímido y no muy sociable. Está bien, eres visible e importante para el creador del mundo, has sido visto y tu vida ha sido detallada y escrita en su libro desde antes de que lo comenzaras a vivir, porque él conoce tus pensamientos desde antes que lo emitas, porque conoce y cuenta cada uno de tus cabellos, muy tiernamente, porque eres suyo, porque nunca ha dejado de estar presente aunque su presencia para ti sea casi imperceptible, casi inexistente aunque pareciera que tus situaciones arrasan y a nadie le importa a él si le importa, porque existes siempre en su presencia,

"¿Dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿Adónde podría huir y esconderme de tu rostro? ¡Si subo al cielo, allí estás tú! Si bajo al reino de los muertos, allí estás tú. Si vuelo con alas hacia la aurora resplandeciente, ¡tú estás allí! Si vuelo hacia el radiante ocaso, ¡tú estás allí esperando! Dondequiera que vaya, tu mano me guiará; tu fuerza me dará poder." Salmo 139: 7-9

Huir de su mirada y conseguirlo es imposible, y aunque seas una de 8 mil millones de personas que habitan la tierra, tu vida es importante, tu vida vale, nadie es invisible para el que todo lo ve, para el que está presente en todos.

Alguien te vio y conoce tu nombre y te llama por el mismo, así como lo hizo con Agar allí en el desierto, tan sola, tan desatendida, tan frágil de la misma forma, hoy tú puedes decir como ella lo dijo:

“Ella respondió a Dios por su nombre, rogándole al Dios que le hablaba: "¡Tú eres el Dios que me ve! "¡Sí! Él me vio; ¡y entonces yo le vi a él!". Génesis 16: 13

Él ya te vio, ahora quiere que tú logres verlo a él porque nunca ha dejado de estar.

 
 
 

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