R e c o n e x i ó n
- Sofia Florez

- 8 ene 2021
- 3 Min. de lectura

Vulnerabilidad, una palabra que últimamente en mis anteriores años he escuchado tanto, ser sinceros sobre cómo nos sentimos frente a las personas correctas.
Hoy no me he sentido bien, hoy puedo sentir como lo peor de mi sale, pensamientos que me hacen reflexionar sobre mi incapacidad, y mi necesidad de una identidad en Jesús, siento que no puedo cuidar, guardar, permanecer, soy tan frágil como tú que me lees, y tan fácil de derribar como cualquier otro, tengo días oscuros, y definitivamente eso muestra que soy igual a cualquier otro.
Lágrimas y deseo de estar acurrucada simplemente dejando que ellas hablen ante mi incapacidad, un silencio santo, que me rodea, pero ante las lágrimas y mi silencio está la impetuosa e innegable presencia, no hablo sola, hablo con Él. Me siento sobrecogida y sin ganas, me dejo llevar por pensamientos efímeros, pero mi momento de choque es mi momento de encuentro, mi momento de decidir por permitir que él me abrace en medio de mis dudas, mi falta de identidad y mis lágrimas, me conoce en mi peor estado pero me abraza de la forma más excelente en ella misma. Me acompaña en las victorias grandes que Él me da, y entiende que aunque un día puedo estar en la cima, al otro día puedo estar en la parte baja de la montaña, pero ella misma no me define sino que me habla de mi dependencia de Él, de recordar el evangelio todos los días y mi identidad todos los días. Mis debilidades, mis deseos efímeros demuestran mi humanidad pero la intensidad que necesito al buscarlo y al dejarme encontrar por su apasionante amor. Este día pasará, pero hoy quiero escribirlo, para despojarme de todo perfeccionismo inexistente, no tengo nada de perfecta, tengo todo de frágil y voluble, mis emociones cambian, las de Él no, mis sentimientos se mueven de un lugar a otro, las de Él no. No soy yo la que promete y jura estar firme e inconmovible, su presencia y su amor si, y de ese es del que escribo y doy testimonio, no te aseguro que siempre estaré de ánimo para escribir, pero te aseguro que aunque los talentos que Dios ha puesto en mi yo los quiera ahogar, ellos mismos resurgirán una y otra vez porque no nacen de mí, nacen de Él.

Amo este momento de choque porque mi pequeñez es cada vez más evidente y su grandeza cada vez más fuerte, este lugar santo me muestra el sentido de seguir en el proceso, sin tener que ser perfecta, no me mires a mí, míralo a Él, porque mis pensamientos se pasean por todo el cuarto y no logran tener la capacidad de acomodarse, pero Él lo rodea todo de forma sencillamente sublime. Yo no puedo, Él en mi sí, no sé cómo vivir, Él me enseña; no sé cómo cuidar, Él lo hace, así que no confíes en mí, confía en su obra en mí. Esta soy yo, como lo dije desde el principio pensamientos volados que tienen su origen en Él. Jamás se trata de mí, o de cuan talentosamente puedo escribir, sino de cómo Él me levanta de las cenizas para hacer arte con mi imperfecta vida.
Por eso soy vulnerable contigo, porque creo que hablo con un igual a mí, ambos somos tan frágiles y tan dependientes, y me siento privilegiada de que estas palabritas hagan eco en tu corazón.




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